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La artritis reumatoide es una enfermedad de causa desconocida y sin solución farmacéutica eficaz por la medicina convencional, es una enfermedad inflamatoria, sistémica (causada porque el sistema inmunitario ataca las células del propio organismo), caracterizada por provocar una inflamación de las membranas sinoviales (sinovitis) persistente de las articulaciones, típicamente de las pequeñas, produciendo su destrucción progresiva, generando distintos grados de deformidad e incapacidad funcional.

Síntomas:

  • Dolor en las articulaciones como consecuencia de su inflamación, rigidez articular matutina
  • En la enfermedad crónica, es característica la deformidad de los dedos.
  • Debilidad muscular
  • Adelgazamiento
  • Dolor de cuello intenso y persistente
  • Sequedad de boca y ojos
  • Bultos en la piel
  • Hormigueos en manos y pies.
Tratamiento

Un tratamiento indicado para este caso sería utilizar el Protocolo C o Protocolo B como alternativa) combinado con el Protocolo K en las zonas afectadas durante tres meses.

Testimonio

Mi nombre es Javier Enrique Calderón, tengo 37 años y desde hace 10 años padezco una enfermedad reumatoide crónica, que los médicos durante 5 años después de tratarla como espondilitis anquilosante, me informaron que se trataba de Artritis reumatoide. Realmente para mí este nuevo diagnostico no cambio en absolutamente nada mi desfavorable condición física.
Hace como seis meses me diagnosticaron además de la artritis, fíbromialgia
y por efectos secundarios de los corticoides en grandes dosis desarrollé Síndrome de Cuching.
En mi tratamiento “para lo que sea que tenga”, he acudido a la medicina tradicional, Naturista, homeopática, Acupuntura, y a cuanta cosa que me digan que haga, lo hago con la finalidad de buscar una mejor calidad de vida.
Mis dolencias comenzaron a mis 27 años en las plantas de los pies, después de una jomada de ejercicio intenso, no le preste atención al principio, y muy rápidamente las dolencias se trasladaron a mis piernas, caderas, columna, mandíbulas, manos y en general todo mi cuerpo. Duré aproximadamente seis meses dependiendo de mi esposa hasta para voltearme en la cama, no podía masticar alimentos, ni bajarme de la cama, mucho menos pensar en realizar mis necesidades fisiológicas sin ayuda de alguien.
Pasado más o menos un año del comienzo de la enfermedad, conocí a los reumatólogos y con ellos llegaron grandes cantidades de cortisona y otros medicamentos que en ese momento cumplieron su fin de levantarme de la cama y volver a caminar.
Una esperanza surgió en mí, volví a retomar mi vida siendo consciente de las limitaciones que tenía, y realicé ajustes tanto emocionales como físicos para poder empezar de nuevo.
Han sido 10 años muy duros, he tenido temporadas con dolores insoportables pero la gran mayoría del tiempo han sido Dios y mi familia los que me han dado la fortaleza para seguir. Mi cuerpo se ha ido adaptando a la medicina y cada vez tenía que estar aumentando la dosis. Mi brazo derecho de tanta infiltración se perdió, y quedo rígido como en unos 75 grados y con un dolor insoportable que prácticamente, tome lo que tome no se calma.
Desde mediados del año pasado la enfermedad no tiene tregua, se volvió muy agresiva y volví a caer en cama. Me tienen que ayudar nuevamente para hacer mis cosas básicas, y la medicina ya no parece funcionar. El reumatólogo define la situación como un brote, y me comunica que según las pruebas diagnósticas realizadas por ellos, tengo que empezar a usar silla de ruedas, condición que rechace tajantemente y me llevó a investigar a través de intemet todo lo concerniente a mi enfermedad, y sus distintos tratamientos.
Empecé, con una dieta alcalina, que según los estudios realizados funciona tanto para mí como para otros padecimientos, lo que sucede con esto es que tal vez sus beneficios se reciben a muy largo plazo, complemento mi dieta con productos naturales como magnesio, zinc, calcio, y otros minerales y vitaminas que sé que mi cuerpo requiere.
Un día investigando me encontré con información de lo que en ese tiempo se llamaba, Suplemento Mineral Milagroso, producto que por su nombre no me hacía pensar sino en otro más de charlatanes ya que todo lo que me sonara a milagroso no despertaba confianza en mí.
Sin embargo recopilando la gran cantidad de testimonios positivos, que de distintas fuentes se encuentran en la Web, sobre los beneficios del MMS decidí profundizar mi investigación y fue en ese momento donde a través de los videos que encontré del señor Andreas Ludwig Kalcker, quien aporta base científica del MMS en el cuerpo, me convencí y decidí probarlo.
Me reincorporé a mi vida laboral. En el presente, camino sin bastón, mi brazo derecho se ha recuperado notablemente y el dolor en él disminuyó en un 70% y aunque todavía estoy muy lejos de ser una persona completamente sana, si puedo dar fe que gracias al MMS realizo mis cosas por mí mismo. Empecé nuevamente a ser una persona productiva, ya puedo alzar a mi niña de trece meses de nacida, y sobre todo mantengo una esperanza de que en algún momento puedo llegar a estar totalmente
sano.

Nota de Andreas Ludwig Kalcker:
Yo mismo tuve ocasión de experimentarlo. Hace tiempo que padecí una artritis reumatoide en las manos, enfermedad que me impedía desarrollar de forma adecuada mi trabajo y las actividades de mi vida cotidiana. Llegó un momento en el que sufría tanto dolor, ¡que no era capaz de sujetar ni siquiera una sartén! Peregriné de médico en médico y de clínica en clínica, y lo único que pudieron hacer por mí fue recetarme medicamentos que quitaban el dolor, pero que no curaban, y con unos efectos secundarios nefastos.
Fue en aquella época cuando, a través de un amigo, me sugirieron que usara un remedio conocido como “mineral milagroso”, aunque el nombre no me hizo ninguna gracia y, solo con oírlo, me echó para atrás.
Cuando llegó a casa el paquete, le tocó a nuestra perrita hacer de conejillo de Indias. La pobre ya estaba muy mayor y enferma, y apenas se movía. Como mucho, meneaba el rabito para saludar desde su cama, porque se pasaba todo el día tumbada.
Preparé la mezcla, y se la di a beber con una jeringuilla. Como era de esperar, no le gustó nada, porque el MMS (dióxido de cloro) huele a lejía, aunque no lo es.
Fuera de todo pronóstico, al día siguiente la perrita se encontraba mejor que nunca, corriendo por todo el jardín y con una energía impresionante. Le volví a dar el brebaje, que seguía sin gustarle, y se pasó más de media tarde comiendo más césped que una vaca. El caso es que mejoró de tal manera, que acabó curada de todos sus males. Así que no me quedó más remedio que probarlo yo también.
En aquella época, el protocolo todavía consistía en subir la dosis paulatinamente, hasta 15 gotas activadas (15 gotas de clorito y 15 gotas de activador). Empecé a tomarlo poco a poco y tapándome la nariz…
Y lo que parecía imposible, se hizo realidad: ¡el MMS funcionó! Hoy puedo volver a tocar el piano otra vez.

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